sábado, 6 de noviembre de 2010

De disfraces y discursos

En esta época post-Halloween, hay un disfraz que me gustaría poner en juicio: el de José Obdulio, vestido con una piel de leopardo. Tratando de emular posturas políticas y, sobre todo, figuras discursivas que aparecieron en la escena pública hace ochenta años, el intelectual del gobierno Uribe quiere ganarse un puesto que, tal vez de forma afortunada, había ido desapareciendo de los espacios de la política institucional en el país.

En los años 20, en un clima de renovación política y novedad intelectual, generaciones jóvenes empezaban a reclamar espacios de participación política, sobre todo desde la nueva clase media y las provincias. Así apareció un grupo conocido como “Los Leopardos”, políticos e intelectuales jóvenes quienes criticaban a los viejos políticos, considerados como impedimentos claros para el progreso social.

Sin embargo, la noción que tenían Los Leopardos sobre el progreso social era muy concreta: desde el seno del Partido Conservador, construyeron una plataforma política nacionalista, excluyente y elitista. Nombres como el de Silvio Villegas y Augusto Ramírez Moreno se convirtieron en sinónimos del radicalismo dentro de las filas conservadoras; sólo otro político, quien también empezaba su carrera en esos momentos, se convertiría en la representación de un proyecto aún más radical: Laureano Gómez.

Durante casi tres décadas la élite dirigente del conservatismo estuvo compartida entre Gómez y Los Leopardos, con un protagonismo particular de Villegas. Este político, manizalita y fundador del diario La Patria, consolidó lo que se conocía como el “estilo greco-quimbaya”, referencia a su retórica recargada y a sus evocaciones constantes a clásicos de la literatura, acompañadas siempre de encarnizados debates frente a sus contradictores políticos.

Desde La Patria y otros espacios, Villegas criticaba a la república liberal, aduciendo la decadencia moral y política de la que estaba siendo víctima el país. También alababan la labor represiva de la fuerza pública, e incluso felicitan al Ejército Nacional por su rápida reacción en la huelga de Las Bananeras, en Ciénaga, cuyo número de muertos es desconocido aún hoy. En lo internacional, Villegas y su grupo se declaraban fervientes seguidores del General Franco, y veían con agrado la emergencia y consolidación de los regímenes de Hitler y Mussolini.

Este estilo recargado, lleno de latinajos y referencias sumarias a teóricos de la política y el Estado, quiere tener otro representante moderno, un autodenominado intelectual que, desempolvando una piel de leopardo con un fuerte olor a naftalina, se ha convertido en el principal legitimador de la sociedad del miedo y la exclusión en la que vivimos.

Habrá que ver hasta dónde nos llevarán sus elaboradísimas disertaciones. Quisiera que, cuando lo lean o lo escuchen piensen que, tristemente, nada nuevo nos trae este sol.

Se escucha: Extra Astronomical - Klaxons

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